La cosa está en que nuestras expectativas sesgan la realidad, sí, pero justamente lo hacen porque no son racionales. Cuando los conductistas realizaban sus experimentos de condicionamiento clásico y operante, a veces obtenían resultados inexplicables, hasta que tuvieron que aceptar que casi tan importante como el estímulo o el refuerzo, era la interpretación que la persona hacía de ellos.
Uno puede considerar que "ponerse en lo peor" es conveniente, puesto que las cosas buenas te sorprenderán mientras que las malas te pillarán prevenido, pero para eso debes tener la emocionalidad asociada a ese pesimismo, no simplemente "creértelo". Y eso, si lo consigues, provoca dos cosas: Primero, que si ocurre algo malo que no habías previsto te siente, no ya igualmente mal, sino bastante peor. Y en segundo lugar, que durante el tiempo en que estás poniéndote en lo peor, centrado en la parte mala de la situación, tus percepciones de la situación y el entorno están sesgadas hacia el lado negativo, y eso te puede impedir ser consciente de oportunidades que te permitirían arreglar tu problema, o incluso hacerte descartarlas cuando las captas. Hay por ahí un estudio sobre "la suerte" que muestra que las personas "afortunadas" son simplemente las que están más abiertas a los cambios y más atentas a los detalles que les pueden beneficiar.
Otra cosa es lo de aceptar cosas malas y luego que el cambio a mejor te afecte negativamente. El problema ahí es que la aceptación de algo es un proceso psicológico en sí mismo, tenemos que integrarlo en nuestros esquemas de las cosas, o incluso rehacer esos esquemas para darle cabida. Mientras mayor es el cambio, o más nos afecta, más tiempo lleva, y más estrés (incluso las cosas buenas, si son grandes cambios, se consideran así: las bodas, las mudanzas y los nacimientos de los hijos están en la lista clásica de estresores graves). Deshacer ese proceso conlleva un nivel de ansiedad bastante grande, y, en el caso que cuentas de la madre, por ejemplo, vivir con la posibilidad de que eso hubiera podido pasar, y la preocupación asociada a que pueda ocurrir de verdad, algo que seguramente antes no había contemplado nunca con todas sus consecuencias.
PD: Por cierto, está demostrado que la gran mayoría de la gente tiende a ver las cosas de manera positiva, como más favorables y mejores de lo que realmente son. Las personas que tienen una evaluación más ajustada de la realidad son... los depresivos. Ahí lo dejo.