[Libro] Hechos insólitos de la II GM (2007-02)


Título: Hechos insólitos de la 2ª Guerra Mundial
Autor: Jesús Hernández
Tema: Historia bélica
Editorial: Inédita editores (Colección Puzzle)
Páginas: 411
ISBN: 84-89746-04-4
Idioma: Castellano

De Jesús Hernández ya comentamos hace relativamente poco otro libro, también sobre la II Guerra Mundial. Estoy convencido de que tras las cien anécdotas que sacó para el primer libro, le sobró tanto material que vio la oportunidad de hacer un segundo. Y le volvió a salir bien. En este libro nos paseamos por un montón de historias, algunas grotescas, otras hilarantes, y otras realmente curiosas. El libro es entretenidísimo, se lee prácticamente solo y sin esfuerzo, y se aprende por el camino. Poco más se puede pedir a un libro de divulgación histórica. Como ya comentamos en su anterior libro, el autor incluye al final una amplísima bibliografía, lo que se agradece.

Les cuento algunas de las anécdotas que me han llamado especialmente la atención.

— Entre las muchas artimañas que usaron los Aliados para hacer guerra psicológica contra los alemanes, hubo una que me pareció fantástica. En 1940 y 1941, cuando la posibilidad de una invasión alemana por mar a Inglaterra era más que una posibilidad, los ingleses tenían un programa de radio en la BBC en el que su locutor, un inglés que hablaba perfectamenet alemán, se hacía pasar por un alemán exiliado a Londres, descontento por el ascenso del Nazismo. El locutor, Sefton Delmer, retransmitía en alemán, supuestamente con la intención de animar a sus compatriotas en el frente, pero con el verdadero propósito de minar su moral. El programa era un éxito entre los alemanes destacados en Francia. En el programa se enseñaba inglés, para que los alemanes pudieran desenvolverse al llegar a Gran Bretaña. Cuando la invasión parecía más probable, los británicos empezaron a propagar el bulo de que los ingleses habían llenado las costas de defensas que harían arder una inmensa cantidad de combustible sobre el agua, carbonizando así cualquier barco que intentase desembarcar. El programa de radio contribuyó con su granito de arena: El instructor del programa iba enseñando a lo alemanes a pronunciar: «Mi sastre es rico», «Amo a mi mamá», «Estamos cruzando el canal», «Navegamos en una lancha de desembarco», «No estamos lejos de la playa», «Yo me quemo, tú te quemas, él se quema…», «Nuestro capitán de las SS está ardiendo de la cabeza a los pies»…

— Cuando Inglaterra le declaró la guerra a Japón, lo hizo mediante una carta de Churchill al embajador japonés en Londres. La carta terminaba con la frase hecha de cortesía «tengo el honor de ponerme, señor, con todo respeto, a sus órdenes». A Churchill se le criticó tanto servilismo en la misiva, pero él respondió que «después de todo, si uno tiene que matar a alguien, no cuesta nada ser amable».

— La tribu birmana de los kachins luchó junto a los aliados para expulsar a los japoneses de Birmania (hoy Myanmar). En un momento dado, al General J. Stillwell se le comunicó en una revista de tropas que los kachins habían matado a 5.447 japoneses. El general hizo un mohín de desprecio ante una cifra tan exacta, y preguntó cómo podían saber en esa tribu atrasada el número exacto de bajas. El jefe de la tribu se acercó, se quitó un collar que llevaba al cuello y dejó caer en una mesa un montón de pequeños discos que iban enhebrados en el collar. Eran orejas japonesas disecadas. — «Divida usted entre dos y tendrá el número de japoneses muertos… señor».

— Tras el desembarco de Normandía, al internarse los Aliados en el interior de Francia, se establecieron combates en una zona pantanosa. La niebla era persistente y la orientación difícil. El principal problema era coordinar la artillería con la infantería, pues cuando la infantería pedía bombardear una posición, descubría que las balas caían lejos, pues ellos mismos estaban perdidos. En al menos una ocasión, un capitán de pelotón pidió que bombardearan lo que él creía que era su propia posición. Al ver caer los obuses en otro lado, supo orientarse y corrigió el tiro. No se aceptó como método válido, pues la posibilidad del suicidio era no despreciable.

— La que más me gustó: «Kilroy was here». Esta pintada pudo verse en multitud de sitios, en los frentes europeo, pacífico y africano. Estaba dentro de los búnkeres, en las casas, en los carros enemigos destruidos. Obviamente, un único Kilroy no pudo haber estado en tantos sitios. Los soldados norteamericanos lo ponían en las paredes al tomar una posición alemana o japonesa, para expandir el mito, y en parte para combatir la desesperación de la lucha con un poco de humor. Cuando al llegar a un sitio veían la pintada, se contagiaba el sentido del humor de los que ya habían estado allí, era síntoma de que sus compañeros ya habían pasado, de que estaban en zona amiga.

Esta superpoblación de pintadas de Kilroy causó incluso alguna anécdota digna de figurar aparte. En Londres, en 1944, una señora apareció asesinada en su casa. En la pared del dormitorio alguien (el asesino, seguramente) había pintado «Ha sido Kilroy». Esto centró la investigación en las tropas norteamericanas destacadas en Londres. Se revisaron todos los expedientes médicos y psicológicos, buscando candidatos para un hecho así. Pero no hubo éxito. La solución era mucho más fácil. Había sido el vecino de arriba de la señora, que se apellidaba, precisamente, Kilroy, y que se sorprendió de que tardaran tanto tiempo en ir a por él cuando había dejado su confesión en la pared.

Tras la guerra, un fabricante de coches convocó un concurso para escubrir al verdadero Kilroy, al que lo había empezado todo. El premio era un coche. Se presentaron unos treinta o cuarenta soldados apellidados Kilroy, pero ninguno pudo dar pruebas de haber comenzado la historia. Parecía que el concurso iba a quedar desierto, cuando el auténtico Kilroy por fin se dio a conocer. Se trataba de Jim Kilroy, y no era soldado. Trabajaba en unos astilleros. Era el encargado de supervisar las planchas de acero con las que luego se harían los barcos y lanchas de desembarco. Al revisar las planchas, marcaba las que valían con tiza. Pero a veces la tiza se borraba, y la plancha se la devolvían para que volviera a revisarla, lo cual era un incordio porque le pagaban por número de planchas revisadas, por lo que perdía dinero por cada marca de tiza que se borrara. Así que decidió escribir con pintura un «Kilroy was here» en cada plancha revisada. Luego, los soldados en las lanchas de desembarco y en los barcos aliados podían ver «Kilroy was here» en muchos lugares del barco, y a partir de ahí comenzó el mito. Propagaron su firma en tierra firme. Kilroy se llevó el coche. El nombre más repetido en los frentes de la IIGM perteneció a un trabajador que nunca salió de los EE.UU.

Mi nota: Muy recomendable.

26 comentarios en «[Libro] Hechos insólitos de la II GM (2007-02)»

  1. Pingback: meneame.net
  2. Carlos se me ha adelantado con el relato de Asimov. Interesante el libro. A ver si tengo tiempo para leer los que recomiendas

  3. Yo estuve en esta guerra, puedo asegurar que las inscripciones nos dieron mucho animo contra los nazis. Hay muchas historias insolitas que nunca se publicaron. Si mi edad me lo permite estoy escribiendo un libro sobre esta guerra y los cinco años que vivimos bajo la ocupacion Alemana. Es bueno en estos tiempos que reflexionemos sobre las guerras para evitarlas.

  4. El libro está muy bien, yo lo leí hace unos años y me lo terminé en un santiamén.

    Por otro lado creo que el comentario de Juan eclipsa todo el post, un veterano de la 2ª guerra mundial escribiendo un comentario!!! Impresionante.

  5. Me atrae muchisimo el tema de curiosidades en los conflictos, es como intentar dar un toque alegre a algo tan triste como es la guerra. Por mi parte seguro que me haré con ese libro y aumentaré mi pequeña colección de obras similares.

  6. Juan; me he permitido editarte un poco el castellano de tu comentario. Por tu apellido, que sale en tu correo electrónico y que no se publica, pareces holandés. Me encantará saber más sobre tu proyecto de libro. Un saludo.

  7. Me he encontrado con la dicha de descubrir esta pagina dentro del ya tan poblado mundo de las paginas de blogs en internet.Me encanto desde el primer momento! Este es mi primer comentario(espero no el último y francamente creo que es el primero de muchos). La nota de este libro esta genial, es en realidad muy pero muy interesante todos estos hechos que relata el libro.Espero tener algun día no muy lejano, la oportunidad de leerlo,estoy segura que no me defraudara. La nota se merece un diez, me imagino que el libro se merece un once ehehe.

  8. Es verdad lo que dice Edorta respecto a Juan, y creo que es parte de lo maravilloso de este tipo de proyectos, que puedes encontrarte en la sala de tu casa hablando de algo inusitado y uno de los co-protagonistas departiendo contigo… es un verdadero lujo. Gracias Juan; gracias a todos. Lo dicho.

  9. Apuesto a que lo de Kilroy es la historia mas popular, entre los CPIeros, de las citadas en el post.

    A merito de ello oso aportar probable razon por la cual el inclito Kilroy rotulase las planchas buenas con tan concreto y curioso mensaje.

    Los EEUU es un pais con no mucho mas de dos siglos de antiguedad y es por ello que allá hacen reseña de cualquier anecdota, por minuscula que sea, que implique a algun personaje o hecho historico, de ahí que, cierto o apocrifo, abunden letreros, placas, etc donde se informa al transeunte que por ejemplo George Washinton tomó un tentenpíe en este lugar, vamos que fulanito de tal estuvo aquí.

    No seria pues de extrañar que el clasico grafitti de excursionista adopte esta forma de rechifla ironica y haya sido la causa por la cual los soldados le rieron la gracia a Kilroy replicandolo por toda Europa.

  10. Hola, soy el autor del librillo en cuestión; me alegro de que os gusten las historias que cuento y os animo a visitar mi blog (http://es-la-guerra.blogspot.com) si tenéis curiosidad por el tema de la guerra, que aunque hoy día sea «políticamente incorrecto» es enormemente interesante.

    Gracias por recomendar mis trabajos, felicidades por este interesante blog y un saludo!

    Jesús Hernández

  11. Jesús: Muchas gracias por pasarte por aquí, es un detallazo. Sé que tienes más libros de la IIGM, así que no pararé hasta leerlos todos, qué se le va a hacer 😉

  12. AAAAAhhhhhh… me había saltado esta entrada. Me encanta, sobre todo la historia de Kilroy, vale, apuntado como candidato a engrosar las filas de mis estanterías. Remo, o bajas el ritmo de las recomendaciones de lecturas, o tendré que alquilar un trastero 😀 😀 😀

  13. Buenas. Acabo de aterrizar en este blog y me encanta. Lo apunto en marcadores.

    Sobre el libro, conocía el primero y lo tengo en casa (leído varias veces, por cierto), pero no sabía que hubiera una segunda parte. Ya me has puesto los dientes largos, a ver si llega el lunes y me paso por la librería. Un saludo.

    Por cierto, si algún lector quiere emprenderla con libros de la II GM, pero le parece que son demasiado densos, le recomiendo los de Anthony Beevor, en especial «Stalingrado» y «Berlín, la caída: 1945». El de la batalla de Creta tampoco está mal, pero al ser un episodio menos conocido, el lector que no conozca gran cosa de la II GM no tendrá tantas referencias como en los otros dos.

    Un saludo.

  14. El viernes lo tengo en la librería de mi ciudad 🙂 Lástima que estén agotadas las versiones de bolsillo… He aprovechado y m también he pillado el de 100 Anécdotas! Me encanta todo lo relacionado con la 2º Guerra Mundial!!

  15. Lamento contradecir la opinión general para decir que, pese a ser aficionado a estos temas, el libro no me gustó nada, nada, nada.
    Quiero decir, está muy trabajado, es ameno, etc… pero noto en todo él un aire de desenfado y jocosidad que, francamente, está de sobra. La Guerra Mundial (en sus dos partes 1914-18 y 1939-45) es un drama terrible que no puede ser tratado a la ligera sin ofender a los muertos y sin faltar a la verdad. Estoy seguro que del pabellón de violadores y pederastas de cualquier cárcel también se podrían sacar jugosas anécdotas para hacer un libro pero nadie en su sano juicio se atrevería hacerlo… ¿Verdad? Pues eso es a lo que me refiero.

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