[Libro] No me cogeréis vivo (2005-38-R)


No me cogeréis vivo
Arturo Pérez-Reverte
Editorial Alfaguara
537 páginas

Pues andaba yo el otro día emocionado con el nuevo tocho de ese fulano, Reverte, pensando ya verás lo bien que me lo voy a pasar, cinco años nada menos de batallitas semanales del Reverte para mí solito, voy a disfrutar que te rilas, Domitila. Me había llevado el libro en el lugar de honor de mi mochila para tenerlo siempre a mano en el largo camino a Washington que tenía en lontanaza. Y en éstas se lió la pajarraca. En el aeropuerto de Amsterdam un queso Gouda con ojos azules y piernas infinitas anunciaba que al avión lo había partido un rayo. A la electrónica del avión, más concretamente. Y que si teníamos pensado llegar a Washington ese mismo día, mejor que nos fuéramos mentalizando de que no. Que esta vez no. La masa de 330 pasajeros salió corriendo hacia el mostrador de transfer 8, que es ese sitio donde te putean cada vez que tienes un problema en un viaje. Yo, que no soy un atleta pero que cuento con la ventaja de la edad, había adelantado por el camino a unos 150 pasajeros y me hallaba en la primera centena en la cola para ser reubicados en otros vuelos a Washington. Y aquí empecé a echar de menos mi patria, tan denostada. Porque aquello no era normal. Uno no se explica cómo cojones pudieron estos malditos flamencos aguantarnos tantos asaltos en Ostende o Amberes, si luego son incapaces de protestar cuando KLM les tiene dos horas de reloj, dos, esperando en una cola que, directamente, no avanza. Nada. Ni un puesto. Niet. Nein. Rien. Kaputt. Caca.

Andaba yo cual jirafa oteante, esperando ver al primer español del vuelo sacar una navaja de Albacete, de ésas que al abrirse hacen cla-cla-cla siete veces, y lanzarse a degollar a los del mostrador. Esto pasa en Barajas y con Iberia y se lía una que te vas de vareta, Enriqueta. Pero yo estaba solo. Ni un español. Con lo que les necesitaba en ese momento. Sólo una masa rumiante de holandeses y norteamericanos del centro, a partes iguales, que pastaban hora tras hora en la cola, sin quejarse, sin protestar, sin preguntarse cómo tenía la KLM los santos cojones de poner a una única azafata de tierra inexperta a recolocar a 330 personas.
Yo, mientras tanto, leía y esperaba, igual que el conde de Montecristo cuando lo tenían pudríendose en su celda. Leía, claro, al Reverte. Que encima, como es poco bélico, el tío, me hacía hervir la sangre minuto a minuto, pensando que en aquellos momentos yo tenía que estar en Groenlandia y no embarrancado en una cola que no avanzaba. Cuando llevaba cuatrocientas páginas del tocho, de una sola sentada, decidí que había que matar o morir. Que no podía quedar la cosa así. Santiago y cierra España. Y esas cosas. Me fui al mostrador, pidiéndole a la de atrás que me guardara el sitio, y en mi mejor acento californiano le dije a la azafata en tierra y al maromo que la supervisaba -estaba el gachó quieto, fingiendo gran concentración, mirando a la pantalla del ordenador y eso, supervisando- que la broma había estado de puta madre, que dónde estaba la cámara oculta y que yo había disfrutado, pero que ya era hora de que, en serio, nos empezasen a recolocar en otros vuelos. El tipo, con menos sangre en las venas que una medusa, me miró y se encogió de hombros. Insistí, queriendo hacer pupita. ¿Así que esto no es una broma? ¿En serio KLM trabaja así y trata de esta manera a sus pasajeros? ¿Me está usted diciendo que es normal que en cuatro horas no hayan recolocado todavía a cincuenta personas? ¿Se ha dado cuenta de que somos más de trescientos? Nueva respuesta gelatinosa del supervisor. Estaba claro que o me liaba a guantazos o no iba a obtener una reacción del tiparraco.

Era hora de pasar a la fase dos. Soy español y los españoles tenemos un morro que nos lo pisamos, en términos estadísticos, morro para el que no están preparados estos infieles del norte. Que se lo digan a los Tercios. Así que recorrí unos metros hasta llegar al mostrador de transfer 7, cosa que no se me había ocurrido antes, rodeado de estulticia acomodaticia como estaba. Y empezó el show. Oye. Guapa. Que ya ves cómo están de saturados en el mostrador 8, fíjate qué cola, y resulta que están empezando a desviar gente al 7 y al 6, y aquí me tienes, recolócame donde te salga de allá, eriza mía, pero recolócame ya. La azafata no sospechó que yo pudiera estar echándole tanto morro, y la cosa fue como la seda. Tras obtener vuelo para el día siguiente a la misma hora volví a la cola (250 personas todavía, casi cinco horas después), me incliné junto a la señora que me guardaba el sitio y le dije creo que es un día precioso para pasear por Amsterdam y no para desperdiciarlo en este aeropuerto. En el mostrador 7 hace sol. Suerte. Y me largué a dar una vuelta por los canales, silbando el puente sobre el río Kwai.

Qué gran tipo, el Reverte. Qué grandes libros y qué grandes artículos. Cómo destila bilis cuando quiere, cómo me hace lagrimear cuando le da la gana, cómo apela a nuestro pasado para comprender nuestro presente. Cómo admiro a ese cabrón. Es como si fuera mi padre. Se lo recomiendo vivamente. Escribe como le sale de allá y dice cosas que comparto o no, pero con las que siempre tengo algo para pensar. Mi nota para el último tocho del fulano ése, Reverte, es Imprescindible.

Actualización: Veo en la página oficial de Reverte que saca novela en marzo. Las tres últimas me las he comprado a las 12 de la noche en el VIPS el día que las sacaban. Ya saben mis planes para el día de publicación de ésta.

19 comentarios en «[Libro] No me cogeréis vivo (2005-38-R)»

  1. Fantastico. Tan bueno que hace que los demas pensemos seriamente en dejar de escribir o, al menos, darnos un retiro de seis meses para leer y aprender a hacerlo mejor. Muy, muy bueno y parecido al propio Reverte que tambien me encanta.

  2. Muy buena recreación de los artículos de Pérez-Reverte. Por cierto que el libro será uno de mis regalos estas navidades, aunque aún no sé si me lo regalará alguien o me lo auto-regalaré 😀

  3. Una vez más, Remo… insuperable. Me he visto en la mismísima cola, viendo como, el capullo pelirrojo de la cola se acaba de colar y, echándole morro, se ha ido «pal» mostrador 7 mientras los demás esperamos como aunténticos holandeses.
    Y digo yo, que si me encontrara en esa situación, con mi inglés de acento de Villanueva del Pardillo, ¿cómo podría arreglármelas?
    Por cierto, tendré que leer algo de «tu padre» Arturo Pérez-Reverte.

    Touche para el señor del puro. ;p

  4. llevo un tiempo leyendo este fantastico blog, esperaba con fruición el comentario de esta obra de Reverte, te has salido, se reconocen unos cuantos libros, no creo que haya un mejor homenaje.

    espero que este blog dure mucho tiempo.

  5. Hm, parli l’Italiano?

    A mí me paso una situación así cuando volvía de Túnez, 7 horas de retraso y un avión lleno de españoles enfurecidos, sedientos (también de sangre) y hambrientos. Creo que no hace falta decir más sobre el motín que se organizó allí (había hasta gente tocando sus Djembés).

  6. Álvaro: no hablo italiano. Viví tres años en Roma, y aprendí a hablar en italiano al tiempo que en español. Pero, como deducirás, de eso hace mucho tiempo. Me queda algún retazo, pero nada más.

  7. Bonito post. Gracias por encumbrar a los que no aguantamos de nada las colas.

    De Pérez-Reverté, sólo he leído «El Club Dumas» quizá no la mejor, pero suficiente para buscar otros libros de él.

    saludos

Los comentarios están cerrados.