Breve defensa del escepticismo

Hace un par de días, en un programa radiofónico de la tarde que tiene una tertulia sobre asuntos médicos, invitaron a una “médico” homeópata. Los dos médicos llamémosles de guardia del programa no eran muy creyentes en la homeopatía, pero la invitada se les escapó viva. Dedicaré un post más extenso a la homeopatía en breve, en cuanto mis múltiples obligaciones (emparejar calcetines, lanzar un satélite a bordo del Ariane V desde la Guayana francesa) me lo permitan.
Hoy, 7 de noviembre, (sí, vale, empecé el post hace mucho y sólo hoy lo he podido terminar) Antena 3 ha emitido en su telediario de la tarde un reportaje sobre la feria de las ciencias ocultas, o como demonios la llamen, y ha dedicado unos tres minutos completos a que curanderos, espiritistas, echadores de cartas, iluminados y demás gentes de mal vivir nos vendan la moto de sus auras, energías, chakras, equilibrios, yines y yangues.
En los últimos días, cada vez que pongo la tele o la radio se cuelan en manada multitud de charlatanes. Los anuncios de la radio están llenos de colchones magnéticos, y demás marcas que venden productos NO testados, que se basan en principios NO comprobados. Charles Dickens, el autor de Oliver Twist , Cuento de Navidad y David Copperfield, entre otras, decía que había que dormir con la cama orientada en dirección norte-sur para que el campo magnético de la Tierra se alineara con el nuestro. Como si eso sirviera para algo. ¡Como si nosotros tuviéramos un campo magnético propio! Se le puede perdonar a alguien de hace dos siglos, pero es intolerable que nos quieran colar en pleno siglo XXI el colchón “magnetofownling”, o el “wraxxonlatex” con látex e imanes, a un precio abusivo y sin explicar claramente cuáles son los supuestos beneficios.
No sé si mis lectores se acuerdan de la campaña de hace unos años con los famosos filtros del agua magnética. Un dispositivo (a 15.000 pelas, oiga) que se enroscaba en el grifo y a través del cual el agua se magnetizaba, curando así todas las enfermedades del mundo y parte de las que llevaron a la extinción a los dinosaurios. Les voy a revelar un dato curioso y nada inútil: si el agua se pudiera magnetizar, nosotros no existiríamos. La ósmosis celular, mediante la cual nuestro organismo se nutre y se regula, no puede funcionar si el agua está imanada (imanada es la manera buena de decir magnetizada, pero suena menos a milagro). El agua es diamagnética, lo que entre otras cosas significa que en ausencia de campo magnético NO es magnética. Así, una millonésima de segundo después de alejar el imán del agua, ésta retorna a su estado natural NO magnético. El agua magnética era un timo, y como tal se lo atacó. Un filtro de a 15.000 cucas llevaba componentes que no alcanzaban las 600. No se pudo demostrar ante un juez (ay, los jueces y la ciencia, que mal se llevan…) que fuera mentira lo del agua, pero sí se pudo demostrar que vender piezas (un imán, una carcasa de plástico) por valor de 600 pts a un precio de 15.000 era ilegal. Por eso no volvimos a saber del agua magnética. Pero vendrán más productos milagro, vendrán más charlatanes, y debemos estar preparados.
Estimado lectores, cada vez que alguien le intente vender algo basado en la “energía positiva”, en las auras, en los canales cósmicos, o en el campo magnético, párese a pensar. Pregúntese quién avala los argumentos supuestamente científicos que le ofrecen. No se conforme con “varias universidades han testado nuestros productos y los resultados son sorprendentes”. Indague más datos: ¿qué universidades? ¿Qué método se ha seguido para el estudio del producto? ¿Dónde están las conclusiones del informe? Vivimos un retorno de los charlatanes, no les demos dinero para que no puedan seguir intentando tangarnos.

3 comentarios en «Breve defensa del escepticismo»

  1. Recuerdo que cuando salió el tema ese del «agua magnetizada» picó hasta el «Muy Interesante», revista sobre ciencia que, en su sección de cachivaches tecnológicos llegó a anunciar el invento este.

    Evidentemente al mes siguiente se retractaron públicamente en el editorial, porque un montón de lectores habían puesto el grito en el cielo.

    Hasta entonces pensaba que esa revista era muy buena y muy seria, después de eso…

  2. Sigmar, yo dejé de leerla cuando (alrededor de 1997, creo) leí la frase «O sea, que la unificación de las cuatro fuerzas será como el matrimonio del Príncipe: el siglo que viene».

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