Piratería de Papel

Parece que ya no son sólo los formatos electrónicos los que se ven afectados. En España todavía no tengo constancia de este tipo de pirateo. Allá va un artículo del semanario en línea colombiano Semana, que es el que cuenta la historia con más detalles:

Gabo contra los piratas

La increíble historia de cómo el libro más custodiado de Colombia, ‘Memoria de mis putas tristes’, fue pirateado antes del lanzamiento del original que será esta semana.

El jueves 23 de septiembre, Moisés Melo de Editorial Norma, quien goza de la suerte de ser el editor en Colombia de Gabriel García Márquez, llegó puntual a su oficina, en el occidente de Bogotá, para cumplir una cita de extrema importancia con una persona enviada por Carmen Balcells desde Barcelona. El mensajero de la respetada agente literaria había atravesado el océano con un paquete que no había soltado de sus manos en las 12 horas de vuelo: el CD con una copia del texto y la carátula de Memoria de mis putas tristes, la anunciada novela del Nobel colombiano, que cuenta la historia de un anciano de 90 años que tiene un amor platónico con una jovencita.

Melo tomó el CD, pero ni siquiera se dejó tentar por la curiosidad de abrirlo en su computador. De inmediato llamó a Liliana Herrera, jefe de producción de Norma, y se lo entregó. Ella, por su parte, telefoneó a la imprenta Quebecor World Bogotá y les informó que ya podían ir por el CD.

En la imprenta esperaban con ansiedad esta llamada. Por fin había llegado el texto del que sería el acontecimiento editorial del año. Las máquinas estaban listas para imprimir los 350.000 ejemplares que se distribuirían en los países del Pacto Andino. En total, la primera edición de la novela en lengua castellana para España y América Latina sería de un millón de ejemplares. Por eso, uno de los más altos ejecutivos de la imprenta salió custodiado por vigilancia privada para Norma.

Varios años atrás nada de esto ocurría. García Márquez entregaba en papel una copia del original a su antigua editorial, Oveja Negra, para la impresión. En pocos días, en las calles de la ciudad competían los libros legales con los piratas sin que se supiera en qué momento, cuándo y cómo alguien había pirateado el libro en el proceso. Esa fue una de las razones por las cuales García Márquez cambió de editor. Escogió Norma porque esta no sólo le garantiza darle las cifras exactas de los libros impresos sino porque además le ofreció un plan para luchar contra la piratería.

Para Gabo esta era una causa que había tomado como propia. No era una batalla personal sino una defensa de todos los autores nacionales a quienes los piratas les saquean su trabajo intelectual. Aunque por ser un negocio ilegal, la piratería no publica sus resultados financieros, una buena pista sobre el tamaño de ese negocio la dan las cifras de libros decomisados. En los primeros seis meses de 2004 se incautaron 91.086 libros, que de haberse vendido hubieran sustituido ventas legales por un valor de 2.004 millones de pesos. Distintas fuentes calculan la cifra anual de ventas de libros piratas y fotocopias ilegales entre 100.000 y 200.000 millones de pesos; es decir, entre 25 por ciento y 50 por ciento de lo que vale el mercado legal. Por ser García Márquez el autor que más vende en Colombia, era natural que él fuera el adalid de la lucha contra la piratería.

Para cumplir sus deseos, Norma tomó todas las precauciones necesarias y obligó por contrato a todos aquellos a quienes tuvieran que ver con la publicación del libro a tomar también medidas extremas. Así, por ejemplo, cuando el jueves 23 de septiembre el ejecutivo llegó de vuelta a la imprenta Quebecor Word y entregó el libro, sabía que era vigilado por video pues esta empresa había colocado cámaras para certificar que nadie fuera a sacar una copia.

La impresión del libro se inició de inmediato. Terminó el pasado viernes 8 de octubre. Cada libro de 112 páginas, con papel beach de 90 gramos y con cubierta de gramaje de 300 en fondo gris y contracubierta naranja, se metió en cajas de cartón. En cada una se guardaron 80 libros. Las cajas se cerraron con un pegamento especial y se cubrió cada una con una cinta de seguridad y se pesaron. Luego las cajas fueron saliendo con un certificado en el que se leía con nitidez el peso de la caja y se veían intactas las bandas de seguridad. Las subieron a los carros para llevarlas a un centro desde donde se distribuiría. En éste, personal especializado pesaba los libros y verificaba las cintas. Los gramos debían coincidir con exactitud. Debían enviarse a los países vecinos 150.000 libros. Y 200.000 se quedaron en bodega también con cámaras y resguardada por vigilantes privados.

NADA AL AZAR

Entre tanto, Norma seguía ultimando los detalles para el lanzamiento oficial previsto para el próximo 27 de octubre con el precio de 29.000 pesos cada libro. Los periodistas de cultura y los críticos literarios estaban a la expectativa de cuándo recibirían los primeros ejemplares. Sin embargo, en esta ocasión y a diferencia de lo acostumbrado, a nadie se le entregaron pruebas de autor, ni ejemplares para reseña. Los pocos privilegiados que accedieron al libro tuvieron que ir hasta el apartamento de Melo, refugiarse sin papel ni lápiz en su acogedora biblioteca y leer allí la única copia existente.
Todo parecía fluir como estaba previsto. Pero de pronto, el miércoles 13 de octubre llegó a Norma el rumor que despertó todos los temores: que el libro ya lo estaban vendiendo los piratas en la calle.

La primera reacción fue la de negación. Era imposible, después de tanta precaución. Para curarse en salud, sin embargo, se revisó cada una de las 4.375 cajas y se comprobó con alivio que estaban intactas. La tranquilidad duró poco. Un empleado al que habían enviado al centro de Bogotá para ver si veía a alguien vendiendo la edición llegó derruido. Había una edición pirata ya en la calle, más burda, un poco más grande, con papel ordinario de periódico y sin los logos de Random House Mondadori y Norma, las dos editoriales que habían hecho una alianza para publicar la novela de Gabo. «Vale 15.000 pesos pero se lo dejo en 12.000», dijo al reportero de SEMANA uno de los vendedores piratas. Y cuando ya se iba: «Bueno, llévelo en 10.000».

La mala noticia se regó. El jueves La W FM radio la difundió, y en segundos, las agencias internacionales enviaron sus despachos al mundo. Melo tomó el teléfono y llamó a Barcelona para contarle a Carmen Balcells. Ella ya sabía pues lo había escuchado en la radio y estaba furiosa. Esta agente es un influyente personaje de la literatura hispana y es una defensora de hierro de los derechos de autor de sus escritores. Por eso, ella se ha ganado su inmenso prestigio al punto que según Carmen Rigalt, en un artículo del diario madrileño El Mundo, muchos escritores no dan un paso sin consultarle. «Dicen que García Márquez se encomienda a Balcells cuando contrae un catarro o tiene que tomar un avión. Tres cuartos de lo mismo hacen Cela, Vargas Llosa, Isabel Allende y decenas de consagrados. Las editoriales tiemblan al escuchar su voz por teléfono. Es terrible como un John Wayne. Y además lista, voluntariosa, implacable y lúcida». Su reacción fue inmediata. Decidió adelantar el lanzamiento del libro original para este miércoles 20 de octubre. Se llamó a Gabo a consultarle, y él dio su visto bueno.

Al finalizar la semana pasada, los piratas, entre tanto, estaban listos para saltar a las calles a vender su libro. Sin embargo, las autoridades de Policía adelantaban varias operaciones para decomisarles las falsas ediciones y analizaban todo el proceso para saber en qué momento y quién lo reprodujo ilegalmente. Es desafortunado que antes de salir a la luz pública, Memoria de mis putas tristes se haya convertido en una noticia judicial. A partir de este miércoles 20, por suerte, se hablará ahora sí exclusivamente de lo literario.

Que yo sepa, la piratería de libros impresos no ha llegado todavía a España, y no sé si importaremos esa costumbre, aunque si tuviera que apostar diría que sí. Supongo que los ladrones nos pondrían un canon en los folios, en las impresoras, en la tinta de los bolis y en los ojos (mitad de canon para los tuertos, la ONCE exenta), ya que pueden ser utilizados para duplicar libros.

La piratería de los libros está mal, igual que la de los discos. Las técnicas editoriales compiten en rapiña con las discográficas, pero no sé yo si llegan a alcanzarlas. Por poner un ejemplo, este humilde escribidor recibió 3000 euros por escribir un manual informático para una importante editorial española. Esos 3000 euros eran en concepto de adelanto de derechos de autor, por los que me correspondía el exiguo 0.1% de las ventas brutas (a 30 euros el libro, me estaban pagando 3 céntimos por libro vendido). Habrían hecho falta unas ventas de 100.000 ejemplares para que tuvieran que pagarme ese dinero, pero los 3000 euros ya eran todos para mi. La tirada fue de 5000 ejemplares, que se agotaron, no por méritos del autor, sino porque esta editorial suministra libros a muchas academias de informática de forma permanente, con lo que la venta de más de la mitad de los ejemplares está garantizada. Si la editorial facturó 5000×30= 150.000 euros brutos por el libro, 3000 euros son el 2% de las ventas brutas. Un 2% para el autor no parece demasiado, pero en fin…

Para los pequeños autores, la piratería de libros no supone de momento un quebranto, porque se les suele pagar un adelanto por sus derechos de autor, y luego todas las pérdidas serán para la editorial. Pero si llega a instaurarse la piratería, entonces a los autores se les pagará sin adelanto, es decir, un porcentaje sobre ventas brutas, lo cual significa que la piratería alcanza directamente al autor. La solución, como siempre, sería ofrecer más calidad de la que pueden ofrecer unos piratas, bajando simultáneamente los precios para que no sea tan rentable comprarles los libros a los piratas. Al ser el porcentaje del autor tan irrisorio, el autor no tiene por qué enterarse, siendo la editorial la que reduciría sus márgenes de beneficio. Renovarse o morir. (¡Qué bonito es ser ingenuo!)

6 comentarios en «Piratería de Papel»

  1. Remo, quizá sería interesante añadir en la página estadísticas -> entradas más valoradas una ponderación entre estrellas y votos emitidos, o alternativamente, cuantos votos tiene cada entrada.
    Por ejemplo, yo he llegado a esta página porque es la única que tiene 5 estrellas, pero resulta que únicamente tiene un voto. Vamos, que la entrada está bien (como todas las de CPI, por cierto) pero creo que no debería ser el TOP 1 de las entradas ni mucho menos.

    Espero que sigas con el blog muuuuuuuucho tiempo.

  2. Waplord: Normalmente «tuneo» las entradas con un único voto de 5 y las dejo en 4,5, para evitar precisamente lo que cuentas. Así que podrás encontrar alguna entrada con 3 votos y 4,67, pero ninguna con un voto y 5. Hoy te me has adelantado 🙂

    Seguiré durante mucho tiempo, espero. Esa es mi intención, al menos.

  3. Saben que pienso: que en parte es culpa de las mismas editoriales, que venden a precios tan altos comparados con su competencia. Uno pagar menos de la mitad por leer lo mismo y luego de terminar, dejar un libro para que se empolve en un estante, algo a mitad de precio… mmm tentador.Entonces, porque no reducir los costos de lo original y así le harían una mejor competencia. Irónico: entre mas cobren, menos ganan.

  4. En concepto de copia privada (fotocopiarte el libro para leertelo tu mismo) ya pagan canon las impresoras, fotocopiadoras, scaners, maquinas multifuncion, etc…

    Ademas las editoriales estan intentando que las bibliotecas pagen por el concepto de prestar un libro.

    Logicamente me considero en mi pleno derecho cuando bajo un libro de internet, me lo imprimo y me lo leo.

  5. Coincido con Camilo. El problema real de la piratería surge por algo. Tanto las editoriales como las discográficas son doblemente abusivas. Abusivas con los autores que son los que realmente hacen el trabajo, y le pagan un pequeño porcentaje. Por otro lado, abusivas con el público con precios realmente descabellados. Y es peor en el caso de la música. Uno tiene que pagar una locura por un disco del que le interesa tal vez un solo tema.

    Y el tema de los MP3 piratas tienen la exclusiva culpa las discográficas, por no implementar el formato. Creo que todo el mundo está en su derecho (no legal claro) de bajar MP3, es una forma de protesta contra el abuso comercial.

    Fíjense cómo será que hay artistas que le dicen públicamente a sus seguidores cosas como: «Yo prefiero que copien la música y vengan a verme, y no que compren original, porque apenas veo unos centavos.»

    Además también está ese trato cuasi mafioso por el que no importa si hacen buena música o no, o si a la gente nos gusta o no. Lo que importa es con qué discográfica tienen contrato.

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